DUEÑOS
DE
SUS
DESTINOS (lI)
Por Jeronimo Duran
Recuerdo a “la Trejo”, de quien su hermano era un buen amigo,” la Salmeron”, “Marina”… La más mayor y la más guapa que era “la Espejo”, pero solo “Peñarroya” parecía poder con ella,
Del capitulo anterior:
Sacamos varias conclusiones de
CAPITULO 2
entiendo
de sobras. Nos libramos de ellas
al estar la calle llena de gente, ya que el
“Spar”, (el supermercado), estaba junto a nosotros.
rostro.
Ese cura se ganó el cielo no teniendo ni los treinta años, o eso
DE
SUS
DESTINOS (lI)
Por Jeronimo Duran
Recuerdo a “la Trejo”, de quien su hermano era un buen amigo,” la Salmeron”, “Marina”… La más mayor y la más guapa que era “la Espejo”, pero solo “Peñarroya” parecía poder con ella,
Del capitulo anterior:
Sacamos varias conclusiones de
todo aquello, pero lo que más se nos quedó fue que los envases
CAPITULO 2
DE LA CALLE AL COLEGIO
Cuando
nunca tuvimos que preocuparnos por devolver los envases
vacíos
fue cuando llegaba los días de la tortilla y la sardina.
No
supimos hasta ser mayores que esas fechas caían dentro del
carnaval,
porque en lo que era Barcelona ni se conocía.
A partir de los
diez
años, cuando se acercaba el día de la tortilla y la sardina, no
pensábamos
en otra cosa que en esos días. Ese día no había colegio
Sequeira/Faleroni |
por
la tarde porque esa tarde la costumbre era comerse un buen
bocadillo
de tortilla en el campo y el día de la sardina, el bocadillo era
de
sardina, sin olvidarnos de enterrar las raspas, porque si no la
suerte
pasaría de largo. En aquella época, con lo poco que teníamos,
no
podíamos permitirnos que pasara sin aprovecharnos de ella, de
ahí
que nunca nos quedemos sin enterrar las raspas, eso era sagrado.
La
mañana comenzaba yendo a controlar el camión de vino que
paraba
justo en la plaza la Encina. Sobre las dos, como sabíamos que
el
hombre vivía allí y a esas horas se encontraba comiendo, no nos
era
muy complicado quitarle dos botellas de vino. Era tan fácil que no
recuerdo
haberlas cogido del camión, pero si de habérmelas bebido.
Con
esa edad ya no íbamos al campo más cercano, subíamos a la
emisora
a comernos allí el bocata. Cuando miro esa montaña todavía
me
parece grande, nuca he podido con las cuestas y allí había cuestas
para
dar y vender, no creo que llegara nunca el primero ni al depósito
Arai/Faleroni |
del
agua que era la primera parada, ni a la casa de los tres pinos, que
era
la segunda, y la más dura, ese trozo más que una cuesta parecía
una
pared. Cuando te sentabas a descansar en los alrededores de la
casa,
te decías: “¿cómo es posible que hasta hace poco alguien
pudiera
vivir allí?”, (me suena que llegue a ver gente viviendo, sobre
todo
tengo un vago recuerdo de dos mujeres no muy mayores). Una
vez
descansado, la siguiente parada era la emisora. Desde allí se
divisaba
toda Barcelona y la sierra de “Collcerola”. Detrás mismo de la
emisora
se encontraba lo que hasta no hacía mucho era una pequeña
guarnición
del ejército. Siempre que entraba en él me quedaba
asombrado,
me preguntaba si allí no habría ocurrido lo que ocurrió en
el
Álamo, quizás fuera su pequeñez lo que me hacía recordarlo,
En
esa época la montaña estaba llena de vida y donde más se
notaba
era en la parte de atrás de la Emisora. La hierba estaba
perfecta
para poder tumbarse en ella, si es que te dejaban las vacas
que
por allí pastaban.
Ese
día la montaña se encontraba llena de gente con ganas de
pasarlo
bien. Allí si que estaban los chicos con las chicas, en el
colegio
eso no podía ser, ni siquiera en el recreo. Allí podías hablar
con
ellas sin problema alguno, siempre y cuando no te pasaras.
Barbu/Faleroni |
Aquella
subida a la montaña valía la pena solo por poder verlas,
corretear
por los prados, (se nos empezaba a despertar el corazón). El
vinillo
cogido de prestado, (que nunca devolvimos), nos daba el
suficiente
valor para empezar a conquistar. Intentar lo intentábamos,
pero
nunca acabamos conquistando nada, no teníamos edad para
eso,
pero por lo menos allí empezamos a afilar los dientes para
pasados
unos años comernos a cualquier mujer, metafóricamente hablando.
A
esas montañas volvimos hasta de mayores y las últimas veces
fuimos
muy bien acompañados, pero esa es otra historia.
Lo
más grande que teníamos en el colegio era el recreo.
Todo un campo
de Fútbol
para nosotros y lo más sagrado, la Iglesia,
que “Lete” no conoció.
Todos los miércoles del mes de mayo, por la tarde, teníamos
que
entrar en ella para cantarle a María madre de nuestro Señor.
Mayo
era el mes de las flores y el día de nuestra señora siempre le
cantábamos
la misma canción, (todavía recuerdo el principio).
Quizás
por ese motivo María no se movía. No recuerdo el rostro del
cura,
pero si lo humano que era, lo de humanó era debido a que te
pegaba
con la mano, no necesitaba una vara como don Francisco, ni
una
regla como Don Julio.
Un
día antes de entrar en mi calle, a la salida del colegio, no sé
porque
ni el motivo, pero recuerdo que me estaba peleando con
alguien,
puede que hasta fuera con Sebás, lo que si recuerdo
claramente
es que el cura nos separó a los dos cogiéndonos del
pecho
con fuerza. Una vez separados nos pidió que nos diéramos la
mano,
nos dijo que teníamos que ser amigos, pero por ahí si que no
pasábamos.
Le dije que no, que no quería ser amigo de él y que no le
daba
la mano. El cura mientras se agachaba, nos iba acercando al
mismo
tiempo a los dos hasta quedar las tres caras a cara y nos dijo
despacito:
-Hacedme caso, es por vuestro bien.
-Hacedme caso, es por vuestro bien.
De la
forma que nos miro, nos dimos cuenta los dos que ser los
mejores
amigos del mundo en ese momento era lo mejor. Entonces
al estar la calle llena de gente, ya que el
“Spar”, (el supermercado), estaba junto a nosotros.
Ese
cura era muy cura, quizás no fueran todos
como él, (el tiempo
como él, (el tiempo
me lo
demostró), pero dando hostias era todo arte. Por él no supe lo
que
era una hostia Pascual, pero si una hostia sacerdotal en pleno
quiso
creer una mujer mayor, ya que le dejo la casa y la mitad del
terreno
que tenía, que no era poco..., y a raíz de aquello se salió de
cura
y no se le volvió a ver más. Lo supimos por un conocido al que su
padre
y a sus socios le vendió todo aquel terreno el cura para hacer
bloques
de pisos. Aquella mujer mayor seguro que fue directa al cielo
sabiendo
que alli no le aria falta el dinero, puesto que todo el dinero lo maneja
Dios.
La buena mujer al paraíso y el cura al paraíso terrenal
La buena mujer al paraíso y el cura al paraíso terrenal
Lo
que más recuerdo de aquel campo de fútbol no es el terreno de
juego,
si no los postes que unían las paredes. Separados unos de
otros
unos tres metros allí acabamos muchos castigados, tantos, que
al
final fuimos demasiados. Los que acabamos en esos postes, era
como
si fuéramos los apestados, (más humillación ya era imposible),
sin
atreverse a dirigirte la palabra, no fuera que acabaran donde tú te
hallabas,
algún que otro auque fueran muy pocos te miraba diciéndose
jódete
porque se sabían de sobras los verbos, de hay que se libraran
de
poder estar alli.
El
profe Infernal solo le perdonaba la vida a los que se sabían los
verbos,
uno de ellos fue “Lete” que nunca supo lo que era verse
pegado
a un poste con un libro de verbos en la mano. Los de las
clases
inferiores se traían un cachondeo monumental y de las chicas
mejor
no hablar, solo decir que no sentían ni una digita de lastima por
ti.
De todas ella solo recuerdo que Marina me dijo una vez:
-¿Todavía
sigues aguantando el muro?
Como
no podíamos hablar no le pude responder y con las ganas me
quede.
Cuando
nos sentíamos preparados con mil y un verbo memorizados,
allí
mismo, en el mismo recreo, te examinaba Don francisco, pero su
mirada
te taladraba de tal manera que de buena gana le hubieses
vergüenza.
Ese
muro nos marcó tanto a Sebás como a mí, no era algo que se
olvidara
fácilmente. Lo que más me dolía era la impotencia que me
entraba
al examinarme en aquellos recreos, tanto fue así que llegaron
a
convertirse en unos malditos recreos.
Me he
preguntado por qué en mi imaginación le llamo el profe
infernal
y e llegado a la conclusión de que eso se debe en su mayor
parte,
a que en clase, cuando menos te lo esperabas, sus nudillos se
estrellaban
sobre la parte trasera de tu cabeza produciéndote un dolor
insoportable.
Tras ese golpe, te cogías la cabeza, te mordías los labios
y
sentías correr las lágrimas por tu rostro. A veces, no sé si el
hundimiento
que tengo en la parte de atrás de mi cabeza, es porque
me
caí al nacer, o por aquellos nudillos de hierro que se estrellaban en
ella
en aquel oscuro colegio. Nunca lo oías llegar, pero sentirlo, lo
sentías
más de lo que lo pudieras merecer. Sobre este tema, Sebás y
yo
podríamos contar alguna que otra cosa, ya que lo vivimos en
Tuvo
que haber buenas cosas en aquel colegio, pero hoy por hoy,
quedan
pocos recuerdos, que nos las puedan recordar
A
cualquier cosa que pudiéramos jugar en el recreo, fuera del colegio
estábamos
más a gusto jugando, puesto que no teníamos como miles
de
ojos de Buitres al acecho. Quitando la amistad que nos unía, pocas
alegrías
de allí salieron. Dicen que las malas cosas se olvidan y que
con
el tiempo solo se recuerdan las buenas. Ocurre así cuando oyes
a
alguien contar batallas de cuando estuvo en la mili, pero no ocurre lo
excepción
de la vara y los nudillos de don Franciscos), eran las
apuestas
sobre quien se masturbaba antes, si “él Garcés” o “él Lobo”,
para
entonces ya teníamos trece años cumplidos.
Sobre
esa edad, el maestro pasaba bastante rato fuera de clase y
dejaba
en ella a “Lete” a cargo de todo. El maestro seguro que se
tuvo
que morir sin saber que” Lete” era uno de los nuestros.
“Lete”
y “Sebás”, tuvieron la mala suerte de ser pillados un día por el
director
mientras fumaban junto al colegio. No esperaban
encontrárselo,
ni el Director encontrádselos como los encontró. Una
vez
en clase, los llamó a su despacho y les ofreció un puro, antes de
meterles
un puro. Yo no sé cómo me libre, aquel día la suerte me
acompañó.
Era raro que lo que hiciera uno no lo hiciéramos los tres.
Pocas
cosas podemos contar de mujeres, no estábamos preparados
para
ello. Recuerdo a “la Trejo”, de quien su hermano era un buen
era
“la Espejo”, pero solo “Peñarroya” parecía poder con ella, aunque
al
final no lo consiguió; un tío con veinte años y con coche se la llevo.
Nunca
tuve nada con ninguna, no era rival, no tuve tiempo ni para poder
soñar con alguna de ellas, solo “Lete” tuvo en quien pensar.
“Sebás”
si lo hizo, se lo guardo. “Lete” estaba por “Deysi” y ella por él,pero
quizás les faltó tiempo, esos sueños no llegaron a hacerse realidad.
El único recuerdo que les quedo en común, fue que yendo“Lete” a buscar la pelota al territorio de las chicas, un grupo de ellas cogidas de la mano se cruzaron con él, no las vio llegar. Cuando las
El único recuerdo que les quedo en común, fue que yendo“Lete” a buscar la pelota al territorio de las chicas, un grupo de ellas cogidas de la mano se cruzaron con él, no las vio llegar. Cuando las
tuvo
encima, “Lete” se agacho y al hacerlo estrelló su cabeza con las
partes
más íntimas de “Deysi”. Aquello tenía que ser un presagio
que
no debía, ni queriendo lo hubiera hecho mejor, pero no les dio
tiempo
para más, solo ese recuerdo perdura en sus mentes. No sé
qué
fue de ella, como tampoco sé nada de las demás. Si alguna vez
nos cruzamos, no nos debimos de reconocer. Aun
siendo el mundo
tan grande, el barrio no daba para tanto, por lo
que más de una vez
tuvimos que vernos, pero no logro recordarlo
Capitulos anteriores:
Dueños de sus destinos Dueños de sus destinos ( I )
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Dueños de sus destinos Dueños de sus destinos ( I )
(Continuara la proxima semana)
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