#BoliviaGolpeEstado
EN
EL NOMBRE DE DIOS, o de Trump
Jeanine
Añez, Biblia gigante
en mano, se autoproclamó Presidenta de Bolivia. La
elección de Áñez no contó con el quórum suficiente para
nombrarla, es por tanto ilegal. No obstante, es la máxima
responsable de las muertes en Cochabamba. Bolivia vuelve 500 años
atrás, patriarcal, oligarca, racista y Fascista
A
sangre y fuego, a cruz y espada.
Y
Jeanine Añez, la portadora de la biblia gigante, acaba de decretar
“impunidad penal a las fuerzas armadas en todas sus
intervenciones”.
Ya
comenzó la represión en las tierras de las naciones originarias de
Bolivia y es sólo el principio de lo que se avecina. 23 los
fallecidos en casi un mes.
¡Que
Evo sea Indígena debe molestar a todos!.
Que
Evo gobierne también y muy especialmente para esa mayoría de
hambreados indígenas debe ser una afrenta colosal.
¡Que
Trump ande por el mundo amenazando a #PaísesLibres con “ahogarlos”
económicamente, matarlos de hambre si no se someten, debe ser una
juerga monumental!
¡Que
baile la OEA al ritmo de Trump, provoca
locura de risas mortales
El
golpe de estado devuelve a Bolivia 500 años atrás
por
Juanlu González
La
imagen de Jeanine Áñez en procesión, enarbolando un Nuevo
Testamento de tamaño gigante, seguida de militares y policías con
el fin de exorcizar del país a un presidente indígena, que
representa a un estado plurinacional inclusivo y claramente orientado
a proteger a los más débiles de Bolivia, nos retrotrae
inevitablemente a los tiempos de la colonización española. A sangre
y fuego, a cruz y espada.
Esta
icónica imagen del golpe se superpone con la del ultra “Macho»
Camacho rezando, de rodillas, sobre
el escudo de la nación colocando una carta de renuncia para Evo
Morales bajo una biblia, mientras el pastor evangelista que le
acompañaba gritaba “la Pachamama nunca volverá a Palacio…
Bolivia es tierra de Cristo”
A
pesar de los intentos propagandísticos de ocultar lo que es
imposible esconder, lo sucedido días atrás en Bolivia es un golpe
de estado de manual. Y lo es porque no se puede llamar de otra manera
cuando unos militares, a quienes nadie ha votado, exigen la renuncia
de un dirigente político que tiene el apoyo de la mayoría de la
población y que acaba de ganar unas elecciones democráticas. Sí,
las ha ganado,
informes independientes han demostrado que la OEA, el ministerio para las colonias en América Latina de EEUU, ha mentido cuando ha denunciado irregularidades electorales. Incluso de aceptar sus interesadas conclusiones, el número de votos sobre los que cabrían dudas sobre su legitimidad, no es suficiente como para hacer variar el resultado final: la victoria en primera vuelta de Evo Morales sin necesidad de segunda vuelta.
informes independientes han demostrado que la OEA, el ministerio para las colonias en América Latina de EEUU, ha mentido cuando ha denunciado irregularidades electorales. Incluso de aceptar sus interesadas conclusiones, el número de votos sobre los que cabrían dudas sobre su legitimidad, no es suficiente como para hacer variar el resultado final: la victoria en primera vuelta de Evo Morales sin necesidad de segunda vuelta.
Pero
la farsa a la que hemos asistido estupefactos no es sino ,es la
crónica de un golpe anunciado. Llevamos años diciendo que el
imperio y sus secuaces no iban a dejar que las mayores reservas de
litio del mundo, indispensables para el cambio tecnológico de la
industria de la automoción en coches eléctricos, permaneciesen en
manos de un gobierno antiimperialista, orientado
a mejorar la calidad de vida de su población y no a llenar las arcas
de Estados Unidos y sus todopoderosas multinacionales.
No
sólo eso, muchos dirigentes de EEUU ya señalaron hace tiempo
que Bolivia
estaba en la lista de gobiernos a tumbar por todos los medios
posibles. La
decadencia norteamericana, la pérdida del control sobre Asia y la
progresiva retirada de Oriente Medio, fuerzan a Estados Unidos a
hacerse con el control de las materias primas del continente
americano para mantener su poder omnímodo unos cuantos años más.
Incluso
la oposición política a Morales, de dentro y fuera del país,
habían manifestado previa y claramente que no
iban a reconocer los resultados electorales surgidos
de las elecciones de octubre. Todo estaba más que preparado para
intentar dar el golpe final al periodo más brillante de la nación
boliviana. Y así fue. No podían permitir que la más exitosa
encarnación del socialismo del siglo XXI latinoamericano siguiese
mostrando al mundo que hay otras formas de hacer política distintas
a las del liberalismo salvaje, que reducir la desigualdad es posible
y compatible con aumentar ininterrupidamente los parámetros
macroeconómicos como ningún otro país de la región. Evo era un
mal ejemplo para muchos.
No,
nadie en su sano juicio puede negar que ha sido un golpe de estado.
Si el problema es el resultado de las elecciones presidenciales ¿por
qué obvian a los representantes electos de las cámaras legalmente
constituidas en elecciones anteriores? ¿cómo autoproclaman a
alguien como presidenta
interina que
no tiene la más mínima legitimidad democrática? ¿por la cruz, por
la espada? No cabe duda de que estamos ante un golpe de vieja escuela
adaptado al siglo XXI, como los otros seis cometidos en el continente
en esta centuria. Que nadie piense que por poner a una mujer civil al
frente del gobierno “provisional”, se va a suavizar la imagen
pública de una asonada de viejo cuño. Basta ver sus ojos inyectados
de odio para comprender el futuro que le espera al país hermano. Ya
comenzó la represión en las tierras de las naciones originarias de
Bolivia y es sólo el principio de lo que se avecina. Los
muertos llenan las morgues, los heridos abarrotan los hospitales, los
periodistas huyen del país,
los ministros anuncian la
caza de
disidentes.
Un
gabinete político provisional cuya misión es convocar elecciones,
no puede tomar decisiones de calado como la salida
del país del ALBA o la retirada de embajadores.
Jamás han tenido suficientes votos para ello y tampoco los tienen
ahora. Solo los fusiles los amparan. La elección de Áñez no contó
con el quórum suficiente para nombrarla, es por tanto ilegal. No
obstante, es la máxima
responsable de las muertes en Cochabamba y en otros lugares del
país donde
las fuerzas golpistas se han cebado con los manifestantes y tarde o
temprano, tendrá que enfrentar la justicia por sus execrables actos.
El
gabinete que la autoproclamada presidenta ha conformado es
fundamentalmente patriarcal,
racista y oligarca.
Evidentemente, no representa a la mayoría indígena del pueblo
boliviano (60% de la población), ni si quiera es respetuoso con la
diversidad étnica y cultural del país. Las declaraciones
de la presidenta golpista contra la wiphala,
la bandera multicolor que representa a los pueblos originarios de
América, han salido a la luz, la policía ha confiscado muchas
banderas en manifestaciones, incluso se han visto muchas imágenes de
cómo se las arrancaban del uniforme. Ese ha sido uno de los mayores
errores de cálculo de los golpistas. Han desatado la ira de aquellos
a los que este gobierno iba a volver a dejar en la estacada.
Las
imágenes de biblias durante el golpe ya anunciaban lo que se les
venía encima. Las referencias contra la Pachamama y sobre Cristo de
los golpistas se han vertido como desprecio a la cultura de los
pueblos originarios, contra su religión y a su modo sincrético de
comprender el cristianismo. Nadie les va convencer de lo contrario
con unos pocos espejitos brillantes ni unas palabras huecas dichas
sin convencimiento real, eso ya pasó hace muchos años, cientos de
ellos. La disminución del analfabetismo y la drástica reducción de
la pobreza extrema y la pobreza son algunos de los logros más
importantes de las políticas de Evo.
Como
tras el golpe contra Chávez de abril de 2002, cuando las clases
populares bajaron de los cerros hacia el centro de Caracas para
restituir a su presidente, hoy los pueblos originarios bolivianos
también bajan a La Paz para exigir la vuelta de la democracia. Y
están pagando con su vida por ello. Lo que sucederá en los próximos
días y semanas es una incógnita. El plan golpista es descabezar al
MAS, infundir el terror entre la militancia, desarticular su
organización para que no pueda recuperarse del golpe y convocar unas
elecciones pseudodemocráticas amañadas previamente con el apoyo de
la OEA y EEUU para ratificar a los usurpadores en el poder. Su
planificación es conocida desde hace mucho con
bastante detalle y eso es una baza a utilizar en su contra.
No
obstante, tras el reconocimiento del gobierno de facto golpista
interino por parte de muchos países que no quiere cerrar ninguna
posibilidad comercial futura o frente a la alternativa de la guerra
civil que ya anuncian algunos analistas, la única salida pacífica
posible que puede acabar con la espiral de represión iniciada, es el
reconocimiento de la legitimidad del Senado y la Asamblea Legislativa
bolivianas, la dimisión del gobierno «interino” liderado por Áñez
y la convocatoria de elecciones libres, abiertas y democráticas
pilotadas por ambas cámaras con supervisión internacional, al
margen de los instrumentos coloniales de Estados Unidos y de las
iglesias usadas por este país como caballo de Troya para su
injerencia política.
Publicación original: https://frenteantiimperialista.org/blog/2019/11/17/el-golpe-de-estado-devuelve-a-bolivia-500-anos-atras/
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los medios no ven un golpe de Estado
Los
expertos coinciden en que golpe de Estado es la interrupción
inconstitucional de un jefe de gobierno por parte de otro agente
estatal, se diferencia de revolución en que esta última está
protagonizada por civiles ajenos al Estado. En el transcurso del
siglo XX, el golpe de Estado adoptó la forma típica de una acción
de las fuerzas armadas que desplazan por la fuerza al gobierno
establecido, sin embargo, en las últimas décadas, se han adoptado
formas más complejas con la incorporación de desestabilizaciones
económicas, grupos civiles de agitación y medios de
comunicación.Aquí completo
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