El
15M pone al descubierto el lado
más oscuro del capitalismo.
Juan
Santiso
Las
posibilidades de un cambio real al que aspiraban los indignados
activistas del
15-M, lo que viene ocurriendo desde el 15-M de 2011 hasta
hoy, uno de los hechos más relevantes es que obligó a ejercer un
esfuerzo permanente al establishment, a dedicarle mucho tiempo, para
aparentar una disposición al cambio, sin mover en el fondo
un solo mimbre que ponga en riesgo los intereses prioritarios del
poder económico, financiero, mediático y político ostentados desde
hace décadas por un grupo "limitado" de nombres y apellidos.
Lo
cierto a día de hoy la
situación de este mundo es tan anómala, hay tal déficit
democrático en cualquier ámbito de la vida cotidiana, que me
pregunto cual será el final de toda esta basura. Los mimbres del sistema, que temblaron ante los
movimientos indignados no sólo han sufrido sus consecuencias sino
que se ven amenazados de tal manera que, para su defensa, no se les ocurre otra cosa que la de plantear respuestas regresivas en lugar de
transformadoras. Están adoptando la postura de atrincheramiento
ultradefensiva que deja translucir todas sus miserias, carecen de las respuestas necesarias para la sociedad
del SIGLO XXI, y nos están haciendo retroceder a tiempos pasados.
Están descubriendo sus debilidades y haciendo ostentación de su ambición desmesurada fruto de su bajeza moral y dictatorial
El
lenguaje del 15M,
su significado “Le
llaman Democracia y no lo es”, está dando
sus frutos ahora que el 15M
está “dormido” y muestra crudamente, el lado más oscuro y oculto del
capitalismo. Su incapacidad intelectual para responder a las
exigencias surgidas del 15M que produjo el mayor contagio en
el mundo, que se recuerde, de ideas y frases entre "gentes que usan la razón, mayores, trabajadores,
profesores y juventud, con gran presencia de las mujeres reivindicando
sus derechos”.
El #Fascismo #NaziFranquista, del capitalismo les está obligando a exponer la única alternativa que tienen, la que sólo ofrece la imposición de la fuerza, la vuelta atrás hacia una dictadura, que aunque enmascarada en la economía, se ha descubierto claramente fascista, xenófoba y déspota, es lo único que es capaz de ofrecernos el capitalismo: le llaman Trump, pero es un robot de destrucción masiva,que no oye, no escucha, no ve nada y no hará nada mas que provocar muertes y destrucción de gentes, animales, ríos, plantas y flores, de este planeta Tierra en el que habitamos.
Asistimos pasmados,
pero más indignados, a un auge de figuras políticas
autoritarias, xenófobas y de extrema derecha, desde Marine
Le Pen en Francia a Narendra Modi en la India, Rodrigo Duterte en
Filipinas, el UKIP (Partido de la Independencia) en Gran Bretaña,
Mariano Rajoy (PP Partido
Popular) y Albert Rivera (Ciudadanos) en
España, Macri en Argentina, Michel Temer en Brasil, después de un
golpe de estado contra Dilma Rousseff, los “Leopoldos Torres”
de Venezuela, Recep Tayyip Erdoğan en Turquía y
tantos de su mismo pelaje (algunos abiertamente neofascistas), y
otros enmascarados como Macron en
Francia…embajadores embaucadores que pasean por el mundo vendiendo humo fascista, como Felipe González, que amenazan a las gentes con plagas virtuales que les arrebatarán “todo lo que no tienen”, como Democracia. Todo persiguiendo imponer un pensamiento único para hacerse con todo el poder a lo largo y ancho del mundo...y en esto llegó Trump, al que nombraron el gran capitán, al que lanzan como un contragolpe salvaje a la fuerza creciente de un conjunto de movimientos sociales y políticos indignados que exigen un mundo más justo y más seguro y habitable.
¿Hacia
dónde va el capitalismo del siglo XXI?
GONZALO
FERNÁNDEZ (OBSERVATORIO
DE MULTINACIONALES EN AMÉRICA LATINA (OMAL) - PAZ CON DIGNIDAD) en
un artículo reciente en ElSaltodiario lo define así:
“En
este siglo, el capitalismo se redefine bajo nuevos parámetros
políticos, económicos y culturales. Mismas
esencias, menos límites a su actuación, un relato más bronco y
violento”.
“El
capitalismo atraviesa en la actualidad una fase de mutación. Se
estaría así preparando en este siglo una nueva forma de
organización social a nivel planetario, como respuesta a la crisis
civilizatoria en ciernes.
Un
capitalismo herido que se dispone, en una huida hacia adelante, a
desmantelar parcialmente el modelo de organización global edificado
en torno a sí mismo en la segunda mitad del siglo XX porque ya no le
es funcional”.
“La
estructura y el modelo económico del Estado español, en su
diversidad, se muestra especialmente vulnerable ante esta ofensiva;
con una escasa capacidad no solo para posicionar sendas alternativas
de vida, sino incluso para responder a las urgencias básicas de las
mayorías sociales”.
“Se
lanza así una ofensiva contra todo aquello que aún no está bajo el
control del poder corporativo para trascender toda frontera
sectorial, geográfica, política y cultural que ponga en cuestión
el flujo capitalista”.
“En
el ámbito político, se apuesta por una gobernanza corporativa
global; esto es, un gobierno
de facto de las grandes empresas que
sin eliminar a las instituciones, ampute sus capacidades en favor de
las corporaciones.
Se
abandona progresivamente la deslegitimada agenda de colores en favor
de una dinámica de fascismo social, más adecuada a una
realidad donde se hace patente que no todas las vidas tienen valor,
ni siquiera son posibles”.
Este
es el momento que está pasando y vuelve Naomi
Klein, con un ensayo que habla a los
indignados del mundo y nos recuerda, como ya hicieron ViÇent Navarro y Juan Torres, al 15M que, “Hay
alternativas al fascismo sin discurso”, nos
recuerda que Decir no no basta, y
nos incita Contra las nuevas políticas
del shock por el mundo que queremos
“De
repente, la razón, la
idea de que podíamos ayudar a prender la mecha de un «Dar
el Salto» adelante,
integral en la lucha contra el cambio climático, por la justicia
racial, por unos trabajos dignos, etc”.
se
librarán a la defensiva, con el único fin de no perder pie ante
embates retrógrados del estilo de Trump, estaremos
abocados a acabar en una situación muy, pero que muy peligrosa.
Porque el terreno que pisábamos antes de que Trump saliera
elegido es el mismo terreno que dio como fruto a Trump.
Un
terreno
que muchos de nosotros ya considerábamos constitutivo de una
emergencia social y ecológica, incluso sin contar con esta última
ristra de reveses”
De
modo que tenemos que apañárnoslas para simultanear la defensa y
el ataque: resistir la ofensiva del presente y, además, encontrar un
espacio para construir el futuro que precisamos. Decir que no
y que sí al mismo tiempo.
Vaya
esta advertencia por delante: la perspectiva es para echarse a
temblar. Pero no podemos permitir que nos desanime. Cartografiar este
territorio es duro, pero es la única forma de evitar repetir pasados
errores y alcanzar soluciones duraderas.
LEER
PRIMER CAPÍTULO de Decir
no no basta escrito por
Naomi
Klein
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