Sánchez intenta neutralizar un debate sobre la monarquía impulsado por Podemos desde el Gobierno
El jefe del Ejecutivo destaca que el Gobierno que preside considera "plenamente vigente el pacto constitucional",
mientras el Vicepresidente Iglesias se muestra convencido de que
“TARDE O TEMPRANO LOS JÓVENES IMPULSARÁN UNA REPÚBLICA”
Javier Perez Royo
Quiebra de la presunción de legitimidad
Sin una investigación exhaustiva de lo que ha sido la trayectoria del rey Juan Carlos I durante los años de su reinado, que únicamente la pueden hacer las Cortes Generales, no hay forma de que los ciudadanos puedan llegar a recuperar la confianza en la institución monárquica (ver completo aquí)
Miles de personas se congregaron en la madrileña Puerta del Sol con una exigencia muy clara: la celebración de un referéndum para elegir entre monarquía y república en España. No se trata del único acto de estas características, pues las concentraciones se reprodujeron en muchas otras ciudades de toda España pocas horas después de que Juan Carlos I haya anunciado su abdicación.
@AntonioMaestre
El periodismo vasallo tendría que recordar por su propia dignidad que están defendiendo a un señor que usaba su papel como rey para limpiar la imagen de dictaduras criminales a cambio de cobrar 100 millones de euros mientras dejaba a la reina en Zarzuela para liarse con su amante
Juan Carlos I, el Golfo, nos engañó a casi todos. Nos callamos porque nos convenía... y era difícil probarlo. Las mujeres y los millones (una mezcla explosiva) le traían loco. Golfo y ladrón. Ha hundido a su descendencia y, gracias a Corina, ha dejado muy tocada la Corona. ¡Qué golfo!
Aroa Moreno Durán @AroaMD cotacta@infolibre.es Publicada el 05/08/2020
La teoría del iceberg es una técnica narrativa que cuenta dos historias, una visible y otra invisible para el lector. Lo que no se cuenta, esa historia subyacente y gigante se articula en torno a todo aquello a lo que solo se alude, son los datos ocultos, la gran elipsis: lo secreto.
Sospechábamos y vamos sabiendo que los últimos escándalos de la monarquía española no eran más que la parte que flota sobre el océano gélido de un iceberg de corrupciones. Abajo, la sumergida institución que fallaba, que se volvía a equivocar y favorecía que volviera a ocurrir. Y lo que antes pudo funcionar oculto sosteniendo la cima visible, lo que solo intuíamos que existía, ha comenzado a deshacerse y se hace difícil la reconstrucción. Es imposible obviar la existencia de lo que no se ve una vez que ha sido descubierto. Si pretenden, no contemplando un referéndum sobre el tipo de Estado que los españoles quieren o pasando página sin más con una institución debilitada por sus propios errores y desacertados actos, que se siga escuchando el gran relato de los Borbones, érase una vez, este reino debería conocer lo que hay debajo del agua. No hacerlo es la explícita negación de la monarquía a la exigible transparencia. La teoría del iceberg ya no nos sirve. Hay que levantar completamente el velo y Felipe VI debería ser el autor de ese relato. Esa y no otra es hoy su herencia.
A relatos medievales, finales medievales. Elegir un voluntario destierro. Eso fue lo primero que pensé cuando Juan Carlos I dijo que se iba de España. ¿Miró atrás por la ventanilla del avión al levantar el vuelo? "Me destierro a la memoria, voy a vivir del recuerdo", escribió Unamuno. ¿Qué ha cambiado en la tolerancia de los españoles ante esos “acontecimientos pasados” relacionados con su “vida privada”? No lo sabemos, los españoles no participan en una encuesta acerca de la monarquía desde hace cinco años. Desde que Felipe VI es rey, el CIS no ha hecho ninguna pregunta sobre él.
¿Cuántas veces, con las familias reunidas en torno al televisor, mi abuelo mandándome callar año tras año a las nueve de la noche de todas las Nochebuenas, nos ha mentido un robótico Juan Carlos I mirando a cámara? El martes 3 de agosto de 2020, se acabó el juancarlismo como un relato que se construye sin saber cómo se va a resolver su final y al poner las últimas frases desvelas una estructura precaria. Los deseos del rey padre de ser recordado como la presencia que unió a todos los españoles después de décadas de división han sido devorados por sí mismo. Su ejemplaridad está rota, su diplomacia ha sido utilizada en beneficio propio. Es el turno del hijo de responder ante los españoles. Es el turno de los españoles de responder a si quieren seguir siendo súbditos o ciudadanos de una república.
Mientras tanto, afuera de Palacio, arrecia la pandemia sobre un reino quebrado emocional y económicamente.
Sospechábamos y vamos sabiendo que los últimos escándalos de la monarquía española no eran más que la parte que flota sobre el océano gélido de un iceberg de corrupciones. Abajo, la sumergida institución que fallaba, que se volvía a equivocar y favorecía que volviera a ocurrir. Y lo que antes pudo funcionar oculto sosteniendo la cima visible, lo que solo intuíamos que existía, ha comenzado a deshacerse y se hace difícil la reconstrucción. Es imposible obviar la existencia de lo que no se ve una vez que ha sido descubierto. Si pretenden, no contemplando un referéndum sobre el tipo de Estado que los españoles quieren o pasando página sin más con una institución debilitada por sus propios errores y desacertados actos, que se siga escuchando el gran relato de los Borbones, érase una vez, este reino debería conocer lo que hay debajo del agua. No hacerlo es la explícita negación de la monarquía a la exigible transparencia. La teoría del iceberg ya no nos sirve. Hay que levantar completamente el velo y Felipe VI debería ser el autor de ese relato. Esa y no otra es hoy su herencia.
A relatos medievales, finales medievales. Elegir un voluntario destierro. Eso fue lo primero que pensé cuando Juan Carlos I dijo que se iba de España. ¿Miró atrás por la ventanilla del avión al levantar el vuelo? "Me destierro a la memoria, voy a vivir del recuerdo", escribió Unamuno. ¿Qué ha cambiado en la tolerancia de los españoles ante esos “acontecimientos pasados” relacionados con su “vida privada”? No lo sabemos, los españoles no participan en una encuesta acerca de la monarquía desde hace cinco años. Desde que Felipe VI es rey, el CIS no ha hecho ninguna pregunta sobre él.
¿Cuántas veces, con las familias reunidas en torno al televisor, mi abuelo mandándome callar año tras año a las nueve de la noche de todas las Nochebuenas, nos ha mentido un robótico Juan Carlos I mirando a cámara? El martes 3 de agosto de 2020, se acabó el juancarlismo como un relato que se construye sin saber cómo se va a resolver su final y al poner las últimas frases desvelas una estructura precaria. Los deseos del rey padre de ser recordado como la presencia que unió a todos los españoles después de décadas de división han sido devorados por sí mismo. Su ejemplaridad está rota, su diplomacia ha sido utilizada en beneficio propio. Es el turno del hijo de responder ante los españoles. Es el turno de los españoles de responder a si quieren seguir siendo súbditos o ciudadanos de una república.
Mientras tanto, afuera de Palacio, arrecia la pandemia sobre un reino quebrado emocional y económicamente.
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