maravillas de la crisis
“Es triste que sólo ahora, por las precariedades
particulares de los votantes, éstos empiecen a rebelarse contra los abusos”
Si
queremos combatir un poco la depresión diaria que producen las noticias, la
actitud entre despreciativa, acobardada e inepta de Rajoy y las tonterías
infinitas de sus ministros sin excepción, no cabe sino empezar a mirar las
posibles ventajas, y aun maravillas, que la crisis y la recesión pueden traer.
Son escasas, no nos engañemos, y en modo alguno compensarán las penurias, tribulaciones
y padecimientos de los más desfavorecidos, que cada día serán más, ni el
meticuloso desmantelamiento de la sanidad y la educación públicas. No me tomen
por frívolo. Es sólo que el panorama se ve tan lúgubre que con algo hay que
animarse, por tenues que sean los ánimos. Así que pongámonos en lo peor, en el
momento en que la gente tenga lo justo -como mucho- y no pueda gastar más que
en lo fundamental Con ser eso un desastre personal y colectivo, alguna
bendición acarreará consigo.
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Foto: Cristina Garcia Rodero |
Por
ejemplo, ¿se imaginan un país en el que, en vez de haber más de un móvil por
habitante, sean poquísimos los que se lo puedan permitir? Uno no tendría que
viajar en tren o en autobús en medio de un guirigay de conversaciones cretinas
a voz en cuello (casi todo el mundo chilla a sus móviles, como si éstos fueran
extranjeros o sordos); ni que enterarse de las supuestas hazañas de negocios
llevadas a cabo por los adictos, quizá hayan observado la frecuencia con que la
gente llama para presumir de sus logros o de sus viajes o de sus coches o de
sus hijos o de cómo se la ha jugado a algún pardillo, es decir, de cómo se ha
aprovechado o ha engañado, el gran mérito nacional.
Los individuos no irían
por las calles ensimismados y abducidos por sus iPhones, y contaríamos con una
población más alerta, más vivaz, más al tanto de lo que sucede a su alrededor y
por tanto más considerada con los demás. Ah, qué delicia no escuchar más
sandeces impuestas, ni verse interrumpido por musiquillas y rugidos imbéciles
en los restaurantes ni en los cines, todos sin dinero para pagar las facturas.
¿Se
imaginan también un país en el que la corrupción y el robo no estuvieran ya
bien vistos? Hasta hace cuatro días, lo único que gran parte de la ciudadanía
lamentaba al respecto era no estar en posición de corromper ni de ser
corrompida, de robar directamente o al menos sacar tajada de los latrocinios
ajenos. Las incontables operaciones fraudulentas le merecían mucha más
admiración que condena, y los estafadores, en consecuencia, pretendían no someterse
a la acción de la justicia merced a los reiterados votos con que los obsequiaban
los electores: ¿cuántas veces hemos oído, sobre todo en boca de políticos del
PP, “Las urnas me absolverán” o incluso “… me han absuelto”?
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Foto: Samuel Sanchez |
Es triste que sólo
ahora, por las precariedades particulares de los votantes, éstos empiecen a
rebelarse contra los abusos, los despilfarros, las comisiones sin cuento, las
financiaciones ilegales y los gastos privados cargados al erario público. Pero
cualquier tipo de reprobación -aunque provenga de los más bajos instintos- es
mejor que la complacencia con los bribones y la aspiración a engrosar sus
filas. ¿Se imaginan un país en el que se pidieran cuentas de las obras y
construcciones arbitrarias y superfluas, en el que se forzara a explicar a un
alcalde -a los tres últimos de Madrid, por ejemplo- por qué tapiza su ciudad
de un espantoso, árido, sucio y caluroso granito, si no es por favorecer a
empresas, tal vez de amigos, especializadas en él? Y así mil casos más.
¿Se imaginan un mundo en el que los
niños no fueran pijos casi desde su nacimiento? Independientemente del medio
del que procedan y de la fortuna de sus progenitores, casi todos son hoy “pijos
de espíritu”. Sin dinero ni créditos, dejarían de ser mimados a toda costa,
caprichosos y quejicas, presumidos por mandato, no se “frustrarían” tan
fácilmente porque tendrían la piel más curtida, no exigirían como si fuera un
derecho el último modelo de PlayStation o de Nintendo o de lo que sea con lo
que jueguen (lo ignoro), ni las zapatillas deportivas tal o cual, ni las siete
zamarras de colores distintos que lucen de vez en cuando Messi o Cristiano. ¿Se
imaginan un lugar en el que los niños, además de niños, fueran también proyectos
de adultos y como a tales se los tratara, aunque fuera a ratos?
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Foto: Juan Santiso |
¿Y una prensa sin periodistas envenenadores y sobornados, a los
que ya no podría comprarse? ¿Unas televisiones sin lenguas estúpidas y
viperinas porque no habría con qué pagarles y además la gente, afanada en
llegar a fin de mes y de semana y de día, carecería de tiempo para ver cómo
unos gañanes despellejan a otros que casi nadie conoce y que de hecho a nadie
le importan?
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Foto: Esther Naval y Juan Santiso |
¿Un país en el que las personas desearan aprender porque eso
redundaría en su beneficio económico o las ayudaría a hallar empleo, o
simplemente las haría sentirse menos burras? Sentirse menos burro equivale a
sentirse menos indefenso ante las adversidades, y el que aún no se haya dado
cuenta de eso es porque es burro con deliberación. No me digan que un país así
no tendría sus ventajas. Es más, yo creo que acabaría por prosperar. Claro que
entonces volvería el peligro de la abundancia y la necedad…
Posted by javiermariasblog in La zona fantasma
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Fotos: Movimiento Ciudadano de Apoyo a los Mineros (arriba), Eliseo Fernandez /Reuters y anonimo. |
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EL BLOG DE
JUAN ( creado el 20/09/2011)
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Un día descubrí que tenía pies y me puse a andar, y descubrí que hay caminos por hacer y emècé a hacerlos, y descubrí que hay gentes en los camino y hablé con las gentes porque descubrí la palabra y el eco que hace en las cárcavas, en las cornisas, en los valles y en el corazón del amigo... porque la palabra se comparte como el pan y no chirría ni se pixela, y se comparte como el vino que canta en los vasos sin circuitos.....Sí Juan, toda la razón del mundo: aún hay palabras para compartir en el camino, pero escondidas entre los leds, los bites y las ondas de Hertz. Como siempre el dardo en la diana.
ResponderEliminarsi, todo estaba ya muy mal antes en cuestión de Justicia Social por ejemplo, la especulación reinaba por doquier, la corrupción ya estaba instalada pero nadie parecia darse cuenta, a pocos importaba..Y realmente parecia que ser chorizo era una conquista de la inteligencia, todo peor que en los tiempos de mi abuelo,con lo que saquearon durante la guerra a las casas de los " vencidos"en el 36 y de ahí en adelante, te chorizaban pero se sabía -aun con la represión- claramente que habían despojado a la gente de lo conquistado y además asesinaban a quien les parecia de "interés"..Si, pero como no hubo una aclaración y revisión de esa parte de la Historia y todo se silenció de esos barros estos lodos...!!
ResponderEliminarRespecto a lo de aprender para ser " menos burro " solo decir que creo que la palabra burro son unas letras que no describen al animal, la palabra burro no es el burro, el burrito es un animal muy lindo y no creo que sea ignorante si no inocente.Por otro lado opino que cada persona tiene uno o mas talentos que le son propios y debe desarrollar, o sea, no creo que realmente haya personas carentes potencialmente de capacidades. Mi opinión respecto a este tema es poco ortodoxa
ResponderEliminarhttp://jsmutxamel.blogspot.com.es/2012/07/convocatorias-espontaneas-y-las-sombras.html
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