“Mandar Obedeciendo”
“Las Asambleas”, el lugar en el
que la Democracia se produce en Acto.
Para pensar el 15-M
Contra la gestión de
la suplencia: El 15-M y la política
Al poder le resulta extraña la pluralidad: no
sólo el conflicto, también la diversidad, la diferencia. Por eso la multitud se
le hace odiosa, difícilmente gobernable. El propio Maquiavelo insiste en ese
carácter hosco y desobediente de lo que se niega a reducirse a la unidad y, con
cierta admiración, narra cómo los hispanos pudieron resistir durante mucho
tiempo al poder unificador/civilizador de Roma precisamente porque nunca
presentaban batalla como un solo ejército. Grupos diversos que se enfrentaban
aquí o allá, ahora o luego, a unas tropas adiestradas para el combate directo y
organizado.
Cuando los “señores de los escudos” buscaban el modo de establecer
los cauces organizativos de su soberanía, Hobbes encontró el modo de unificar/disciplinar
las singularidades en torno a la categoría de Representación. Representación de
lo Uno por lo Uno. El Leviatán, así, instaura, al tiempo, la unicidad del
Soberano y la unicidad del Pueblo, que lo es sólo porque es Uno encontrando un
Uno que ejerce el poder en representación suya. Un pueblo constituido por
individuos (sin más determinación: meros individuos y, por eso, nominalmente iguales) que
libremente (es el único acto verdaderamente libre que les es posible) deciden
entregar a Uno-otro su derecho y su poder haciendo posible la gobernanza;
garantizando, tanto en la normalidad como en la excepción, el respeto de los
contratos privados. El Soberano “representa” al Pueblo. Ejerce el poder en su
nombre o, lo que viene a ser lo mismo, en sustitución suya. Porque la
representación es siempre, necesariamente, sustitución: figura macabra cuya
perversidad Hobbes justifica por la necesidad de un pacto en cuya ausencia el
hombre (sin más determinación) sería un lobo para el hombre. La representación
es siempre, también, sublimación de las diferencias
reales entre los individuos
(de sus causas y de sus efectos) en nombre de la gobernanza. Bestia terrible el
Leviatán. Terrible, dice Hobbes… pero necesaria.
Locke y la tradición republicana dan un giro de tuerca decisivo a
la noción de representación y consiguen hacer olvidar el sentido inmediatamente
negativo que Hobbes no podía dejar de reconocer en ella. Y lo hacen
considerando la “expresión” como una de las notas características de la
representación: el parlamento –en su pluralidad- “expresa” la soberanía
popular. El Pueblo no ejerce el poder, pero el poder es legítimo, porque al
emanar de un pacto fundacional nunca resuelto, todas las normas que el
parlamento elabora "expresan" (sin otra justificación que su
definición misma) la voluntad del pueblo, verdadero autor de las decisiones que el Soberano
adopta interpretando sus deseos y ateniéndose a las normas fijadas por sus
“representantes”. El Soberano es el brazo ejecutor de la representación y, como
en Hobbes,actor, vicario: el único actor en sentido estricto; mero “poder
ejecutivo”. El Pueblo, ciertamente, no es el Soberano, porque la soberanía que
de él emana, al mismo tiempo, se le escapa dando legitimidad a las normas que
el parlamento establece “expresándole”, sustituyéndole comosujeto de la soberanía, en su nombre.
Pero, si la introducción de la pluralidad en el terreno de la
representación evita dejar en evidencia la materialidad de la sustitución,
reinstaura como problema el de la diferencia real: un constante recuerdo del
conflicto allí donde la pluralidad de la representación sólo puede entenderse
como representación de la pluralidad (de intereses), esto es, como reaparición
en el terreno político/institucional de la misma guerra de todos contra todos
que el pacto y la representación conjuraban instaurando aquella Unidad de doble
cara (unidad del Pueblo y unidad del Soberano) que fundaba la gobernanza. Lo
que ahora se juega es la articulación institucional de la gestión de los
intereses privados (centralismo o federalismo, gobernanza fuerte o moderada),
pero la representación y la suplencia no son cuestionados ni cuestionables: sin
ellos no se justifica la soberanía, sin ellos no puede haber Estado.
Desde el último Rousseau hasta Hegel, sobre ese mismo asunto
hablan las distintas formulaciones del “interés común” o la “voluntad general”
que terminan por fundar la legitimidad del poder en la Unidad y Universalidad
del Derecho o en la arquitectura ética del Estado. Figuras que organizan y
ocultan la suplencia, que producen una nueva figura de la unificación y que
naturalizan la indiferencia de los individuos (sin más determinación que la de
ser jurídicamente libres e iguales), permitiendo articular una organización del
poder en la que la soberanía se (re)produce. Por eso la política sólo puede
entenderse ya como gobierno y el "buen gobierno” consiste sólo en la
gestión de la voluntad general: en una suerte de gobierno apolítico de los
intereses privados para el llamado “bien común"; superación de la diferencia
y del conflicto.
El Estado moderno, el Estado del capitalismo, triunfó imponiendo
esas categorías como evidencias insuperables. Incluso en el Manifiesto comunista encontramos sus trazas buscando la
manera de convertir al proletariado en clase portadora del interés general. Y
en cierta tradición marxista sobrevive una concepción de la acción política
como actividad para la toma del poder y, en su caso, para su ejercicio “en
representación” del proletariado. Buen gobierno como gestión de las diferencias
con vistas a un bien superior que deben establecer y encontrar “los que saben”.
También ahí, la Ilustración y sus instituciones como triunfo (aunque se quiera
invertido) de la gobernanza.
Si, rechazando la representación, frente a Hobbes, Spinoza pensó la pluralidad, más allá del propio
Maquiavelo, como una potencia que no es sólo apta para la resistencia sino,
ante todo, fuerza creadora, generadora en su propia dinámica de articulación
social, fuente, en su irreductibilidad, de una soberanía “otra” que debe
articularse como democracia, el movimiento que en España conocemos como 15M
está haciendo, sin teoría (si se prefiere, sin saberlo) el mismo
recorrido en la práctica:
una novedad que marca una ruptura y que, al mismo tiempo, se inaugura como
proyecto, sea cual sea el éxito (o el fracaso) que alcance.
Más allá de las consignas (“lo llaman democracia y no lo es”, “que
no nos representan), cargadas de sentidos necesariamente polisémicos, lapráctica del 15M y sus “instituciones” (las
asambleas, siempre abiertas y horizontales y la exigencia autoimpuesta de la
búsqueda del consenso, sin prisas, sin más urgencia que el análisis común y la
decisión compartida) inauguran un nuevo modo de entender la política y,
también, un nuevo modo de ponerla en práctica: sin que las diferencias y el
conflicto puedan ser “resueltas” por “los que saben”; sin caer en la tentación
de la representación ni siquiera como elemento organizativo.
En las “instituciones” del 15M todos hablan, todos escuchan, todos
discuten, todos acuerdan, todos actúan. Todos y cada uno: una pluralidad de
individuos procedentes de diversas tradiciones de pensamiento y vida,
conscientes de unas diferencias a las que, además, no renuncian, analizando y
articulando, en discusión, las distintas opciones que permitan trenzar una
comunidad de individuos libres en su diferencia, afirmando su irrenunciable
decisión de seguir discutiendo y de actuar, enfrentando aquello que impide
poner sus decisiones en práctica. Frente al poder de los mercados (también aquí
la consigna: “ellos mandan y nadie los ha elegido”), no sólo critican en
abstracto “la corrupción” sino que consideran también –no ha faltado esa
discusión en las asambleas- las condiciones de la producción y del uso común de
los comunes (“su deuda no la pagamos” o también “ningún servicio público en
manos privadas”). Exigencias que necesariamente apuntan a un reparto de la
riqueza no mediado por la relación de propiedad y que exigen también una
organización de la actividad y de la vida con criterios ajenos a los del
interés privado. Para los participantes en el 15M (y según los datos de los
propios medios de comunicación normalizados más de 8 millones de ciudadanos
han participado -¿participan?- en el 15M) las asambleas, y no ya los ámbitos de
la representación, son el lugar en el que la democracia se produce en acto. Ni
todos piensan lo mismo ni todos quieren lo mismo, pero en su práctica, reivindican la
necesidad de decidir lo común mediante la discusión y el acuerdo, sin
suplencias y “en directo”. Es por eso que, después de muchos años de
desmovilización, el 15M ha (re)politizado la existencia. Una multitud que se
niega a vivir sometida está empezando a darse forma.
Desde el 15 de Mayo, la política está en la calle: es vida
cotidiana. En las instituciones de la representación sólo hay Poder: gestión y
gobernanza.
Para quienes quieren terminar con el dominio capitalista, para
quienes quieren una comunidad libre de individuos libres que deciden
organizarse sin someterse a más poder que las decisiones que libremente y en
común adoptan, la política, por eso, no puede ser pensada (no puede, al menos,
ser pensada ya) ni como
dirección de un movimiento que demuestra a cada paso no necesitar “sabios” que
lo dirijan ni como estrategia para alcanzar y ejercer el poder. Contra el
poder, la única política posible es la articulación común de la potencia
colectiva.
Contra el poder, además, la política debe organizar el modo de
anular el poder de quienes (de forma directa o vicaria) ejercen el dominio.
Para ello, seguramente, será preciso articular hegemonía y control de los
aparatos en-los-que/por-los-que el poder se (re)produce. Pero nunca para, desde
ellos, “gestionar” los intereses privados. Sólo, en todo caso, para “mandar
obedeciendo”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
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de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
Fotos:West Vicente, Wahl Stevens, Sergio Perez, Juan Santiso, AFP y EFE |
Magnifico trabajo de Juan Pedro Garcia del Campo, historicamente y actual, definiendo con bastante precision y acierto lo que es el 15M y su funcionamiento.
ResponderEliminarViene bien para el año dificil que nos espera, para clarificarnos y luchar todos unidos contra ese 1% de Neoliberales que nos quieren convertir en exclavos.Les tenemos que decir que somos el 99% y que vamos a estar unidos en todo el mundo, que no vamos a consentir que se salgan con la suya y que lo vamos a lograr.
A todos os digo: UNIDAD Y LUCHA
ME VIENEN A LA MEMORIA DOS LIBROS QUE EN MI OPINION SIGUEN SIENDO VIGENTES. EL ORIGEN DE LA FAMILIA LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL ESTADO DE FRIEDERICH ENGELS, Y EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN DE LENIN.LOS CUALES TIENEN MUCHA RELACION CON LO QUE EL COMPAÑERO ESCRIBE Y QUE NOS PERMITENE ENTENDER MEJOR LA SITUACION Y SU PUNTO DE VISTA.
ResponderEliminarjuan el mundo tiene solución... disculpa si soy algo pesado...pero es el caso que me lo paso bien pensándolo...y digo yo porque se me tubo que ocurrir ir por la puerta del sol el 15 M y ver a un montón de gente que queríamos un sueño grande, personalmente tengo la certeza, que en las generaciones venideras aparecerán grandes humanos o grandes almas que colaboraran para lograr una organización a nivel planetario, tan fuerte y tan justa, que no permitirá dictadores, ni genocidios; y terminara con el hambre y las guerras. ; la paz llega.. los jueces por fin van a creer en la justicia, los multimillonarios cansados y aburridos de su locura de hombres tristes ¡¡¡Cambian !!!!...mis hijos y nietos vivirán en un mundo mejor...Feliz 2012. ¡¡¡¡¡ah!!!! y nosotros lo veremos.
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