DUEÑOS
DE SUS
DESTINOS
(VII)
Por Jeronimo Duran
-Quien se va a cagar en tu madre voy a ser yo, gilipollas.
Allí había agua para dar y vender, ¡qué pasada!, ¡qué grande es el mar!
Ese
listo de turno me dejo con la palabra en la boca y diciendo
“hasta otro día”, se marchó.
Dueños de sus destinos
DE SUS
DESTINOS
(VII)
Por Jeronimo Duran
-Quien se va a cagar en tu madre voy a ser yo, gilipollas.
Algún
que otro insulto le soltó basándose en que él no era nadie para insultar a su madre. Los dos policías que
acompañaban al “ye-ye” fueron a por él como lobos, le pusieron las esposas y lo
metieron en el coche.
Del Capitulo anterior:Allí había agua para dar y vender, ¡qué pasada!, ¡qué grande es el mar!
Entramos en el bar y para salir del asombro, pedimos una tapa de
mejillones, que estaban para volverlos a comer. Y a eso volvimos más de una vez.
CAPITULO
7
DUCHAS
GRATIS
La
transición del colegio al trabajo, no nos fue mal. El tener dinero se convirtió
en toda una necesidad y para eso solo había dos caminos, o trabajar, o robar.
Nosotros decidimos escoger el del trabajo, otros decidieron que ellos no
estaban hechos para eso, que se podía vivir mejor sin trabajar.
De
los tres, solo “Lete” medio cruzo el lado oscuro, pero supo salir de
él. El primero en morir de los que lo cruzaron, tenía diecisiete años.
Todavía
recuerdo su entierro y como en un corrillo a mi lado escuché como dijo uno de
los que estaba: -Me voy al coche por la “recortada” y me cargo a los dos
secretas.
Costó
convencerlo para que desistiera y eso que todos los demás le
repetían:
-Hay “pasma” por todos los lados, hasta los “picolétos” van de paisano.
Aquel
chavalito, compañero de equipo de fútbol, tomó el camino que creyó conveniente,
ya sabía que su camino podía ser corto, tonto no era y se quedó en el lado
peligroso por la puta droga, que entonces empezaba a dejarse ver por las calles
con total impunidad.
La gente que se queda en lado oscuro, simplemente quisieron tener muchas cosas y trabajando no las podrían conseguir, a parte que a veces no se sabía que era peor, si jugártela con la policía, o aguantar a un jefe. “Lete” se puso a trabajar los fines de semana en unas duchas públicas y a nosotros nos iba a ir de huevos, además estaban junto a una discoteca nueva, (Cas-Cas), de esa forma pisaríamos la discoteca recién duchados.
La gente que se queda en lado oscuro, simplemente quisieron tener muchas cosas y trabajando no las podrían conseguir, a parte que a veces no se sabía que era peor, si jugártela con la policía, o aguantar a un jefe. “Lete” se puso a trabajar los fines de semana en unas duchas públicas y a nosotros nos iba a ir de huevos, además estaban junto a una discoteca nueva, (Cas-Cas), de esa forma pisaríamos la discoteca recién duchados.
La
ciencia y la sabiduría popular se cargan las tradiciones, en aquella
época no tenía ducha ni Dios, ya fuera piso, casa o mansión, (bueno a lo mejor
ahí había de eso). Recuerdo que la primera vez que vi una ducha fue en el
trabajo, casi me vuelvo loco de alegría, no esperaba una cosa así y menos allí.
Le di la bronca a Rogelio por no haberme dicho nada sobre el asunto y el,
dándome la espalda, me dijo:
-Se
me olvidó.
Pensándolo
bien ahora, la ducha se las traía. Estaba en la parte de
atrás
del edificio, a más de treinta metros de donde nos cambiábamos.
En
verano era una gozada, pero en invierno era algo más que una
putada,
salíamos de allí con el champú en una mano y una toalla
cubriendo
nuestras partes, más tiesos que un carámbano. Si no había mucha cola, no pasaba
nada, pero si no, (aunque la cosa fuera rápida), allí te tiritaban todo los
dientes, pero había que echarle un par de huevos para estar decentes, la cosa
era ducharse. Creo que odio el aguan fría a raíz de aquella época. Hoy en día,
hasta en pleno verano me ducho con agua templada.
“Lete”, gracias a su empleo, nos ahorró algún dinero, pero donde
“Lete”, gracias a su empleo, nos ahorró algún dinero, pero donde
mejor
nos lo pasábamos era en las duchas que se encontraban junto al cine Navarra,
allí era la hostia y más cuando veníamos de jugar algún partido de fútbol.
Cuando pusieron los secadores, ya fue él no va más, de allí salíamos preparados
para cualquier discoteca, ni las chavalas tenían secador, solo nosotros y
debido al rato que nos tirábamos en aquellas duchas, había uno que mantenía el
record de pasar más tiempo delante del espejo, no debía salirse un solo pelo de
su sitio, para eso el que más valía era el “Salvi”, más tarde la “Trini” se
sumaría al empeño de no dejar un pelo tranquilo. A “Lete” no le duro mucho
aquel trabajo. Una vez cumplió los años oficiales de colegio, se metió a
electricista, (él siempre ha sido un hombre de fuertes corrientes), y todavía
sigue en eso. El maestro no se equivocó con él, sabía que era un iluminado y
acertó, porque ha llevado la luz a muchas casas.
“Sebás”
se metió a trabar de planchista de autocares, con el tiempo
me di
cuenta que era por eso que podía dar las hostias que daba, todo el día dando
martillazos de algo le tenía que valer y aun sintiendo más de una de las suyas
en mi cuerpo, nunca caí en aquello hasta muchos años después.
Empezábamos a manejar dinero y encima una parte de él no nos lo
Empezábamos a manejar dinero y encima una parte de él no nos lo
podían
controlar. Yo trabajaba a prima y con eso tenía más que
suficiente
y cuando no tuve bastante con ello, me iba a trabajar cuatro horas los
domingos. Ellos tenían bastante con sus horas, aunque eso hacía que no se les
viera el pelo hasta pasadas la siete de la tarde.
Conmigo
en aquella época trabajaba el “Salvi” y su hermano Miguel,
aunque
teníamos algo de trato gracias al equipo de futbol que montó “Lete” junto a
Toni y Miguel, el trabajo hizo que nuestra amistad se fuera consolidando hasta
tal punto que de tres que éramos pasamos a ser seis, no tardando nada en ser
siete con Modesto (alias “Koki”), que vivía encima de “Salvi” y Miguel. “Koki”
tenía dos hermanas, pero una en especial estaba para comérsela sin pan ni sal,
tal y como estuviese.
En ese mismo bloque vivía Antonio, su hermana era “Rafi”, era suave, dulce y fina como la seda y tranquila como la brisa, me gusto, creo que hasta yo le guste a ella, pero nunca lo podremos saber. “Salvi” con la hermana de Modesto estuvo tonteando hasta que ella se hecho otro novio, yo con “Rafi” baile un sábado tres canciones y todavía no sé el porqué allí tal como empezó, acabó todo. Entonces fue cuando creo que le cogí miedo al amor, aun no estaba preparado para eso. Tampoco creo que estuviese preparado “Salvi”, que tonteó tanto con Merche, que cuando quiso ir en serio con ella, otro se la llevo. Merche era toda ella alegría, “Rafi” la seriedad, su hermano era mi amigo y no me podía pasar. Así, de esa forma, se rompió mi primer amor. Un amor que apenas ni comenzó. Años más tarde se casó con un compañero de colegio y eso para mí fue un gran motivo de alegría.
En ese mismo bloque vivía Antonio, su hermana era “Rafi”, era suave, dulce y fina como la seda y tranquila como la brisa, me gusto, creo que hasta yo le guste a ella, pero nunca lo podremos saber. “Salvi” con la hermana de Modesto estuvo tonteando hasta que ella se hecho otro novio, yo con “Rafi” baile un sábado tres canciones y todavía no sé el porqué allí tal como empezó, acabó todo. Entonces fue cuando creo que le cogí miedo al amor, aun no estaba preparado para eso. Tampoco creo que estuviese preparado “Salvi”, que tonteó tanto con Merche, que cuando quiso ir en serio con ella, otro se la llevo. Merche era toda ella alegría, “Rafi” la seriedad, su hermano era mi amigo y no me podía pasar. Así, de esa forma, se rompió mi primer amor. Un amor que apenas ni comenzó. Años más tarde se casó con un compañero de colegio y eso para mí fue un gran motivo de alegría.
Teníamos
catorce años cuando empezamos a ir a los Halcones.
Aquello, en sí, era un bar con un salón donde en un tocadiscos sonaban las canciones de Albano, de los Bravos, Formula V, de los Brincos y Juan y Júnior y de algunos otros más. Recuerdo que entrando a la derecha tenía un cuadro pintado a mano sobre la pared de un guerrero Inca, o puede que fuese un guerrero Maya, me quede embelesado la primer vez que lo vi, el tío que lo pinto sabía lo que se hacía, para mí que lo pinto pensando en el local, ya que la gente salía a la calle a darse de hostias de lo lindo, ¡pero a hostia limpia!, eso sí uno contra uno, nada de patadas, mordiscos, ni rodillazos, ni siquiera un simple arañazo. Se iban calientes a casa, pero nada de ir arañados, que eso era muy feo. Nosotros tuvimos suerte en aquella disco-bar, quizás porque no podíamos competir con los mayores como ciervos en celo, allí solo se peleaban entre ellos, nosotros ya tendríamos tiempo para eso y para más, aunque la verdad sea dicha, no tuvimos que pasar por ello, quitando dos o cuatro escaramuzas, solo una nos marcó. No nos fue mal del todo, se puede decir que para los líos en que nos metimos, nos fue bastante bien.
Aquello, en sí, era un bar con un salón donde en un tocadiscos sonaban las canciones de Albano, de los Bravos, Formula V, de los Brincos y Juan y Júnior y de algunos otros más. Recuerdo que entrando a la derecha tenía un cuadro pintado a mano sobre la pared de un guerrero Inca, o puede que fuese un guerrero Maya, me quede embelesado la primer vez que lo vi, el tío que lo pinto sabía lo que se hacía, para mí que lo pinto pensando en el local, ya que la gente salía a la calle a darse de hostias de lo lindo, ¡pero a hostia limpia!, eso sí uno contra uno, nada de patadas, mordiscos, ni rodillazos, ni siquiera un simple arañazo. Se iban calientes a casa, pero nada de ir arañados, que eso era muy feo. Nosotros tuvimos suerte en aquella disco-bar, quizás porque no podíamos competir con los mayores como ciervos en celo, allí solo se peleaban entre ellos, nosotros ya tendríamos tiempo para eso y para más, aunque la verdad sea dicha, no tuvimos que pasar por ello, quitando dos o cuatro escaramuzas, solo una nos marcó. No nos fue mal del todo, se puede decir que para los líos en que nos metimos, nos fue bastante bien.
-Para
que supieras ir seguro por la vida. Aprende con esto que no existe
solo una mujer, pero que solo ha de existir una para ti, el problema
es saber quién es.
“hasta otro día”, se marchó.
Nadie
sabía más de mujeres que mi vecino Juan, lástima que
cuanto
más quería saber, fue cuando se marchó para nunca más
volver,
Si existe otra vida y me toca ir, seguro que vendrá a esperarme para decirme
que he de hacer en lo concerniente al tema. Mi buen vecino Juan, no se acostó
en dos años sin esperarme, hiciera buen tiempo o no, allí estaba él para
aconsejarme, sin que yo se lo pidiera, me contaba su vida en el mar, sus días
de pesca, sus fiestas en la Barceloneta y el olor amargo de la brea. Se había
criado entre pescadores y eso estuvo haciendo, pescar con su familia hasta que
mi vecina al casarse con él lo sacó del mar. Muchas veces pienso que la nostalgia
y la pena se lo llevaron.
En
aquella época, la libertad, forrada de cadenas, te dejaba mover
poco.
Te dejaba más o menos ir haciendo. Si no te gustaba el trabajo, te ibas a la
fábrica de al lado, no había problema por ello, el país se estaba despertando.
Empezaron a verse mas discotecas y disco-bar en lugar de bares, normales donde los mayores y notan mayores, echaban sus partidas de cartas. Las había para todos los gustos. A nosotros, la que más nos atraía desde antes de cumplir los quince era el “Club Florida”. Allí fue donde baile con “Rafi” la primera vez. A parte del baile con mi pareja, lo que recuerdo como más divertido es el baile que se inventó Modesto. No sé si iba montado a caballo, en burro, o en camello, quizás fuera montado en un caballo imaginario, no sé cómo nos cameló, pero acabamos bailando con él casi todos, nos pasamos media tarde recorriéndonos la pista de aquella guisa. Aquello
Empezaron a verse mas discotecas y disco-bar en lugar de bares, normales donde los mayores y notan mayores, echaban sus partidas de cartas. Las había para todos los gustos. A nosotros, la que más nos atraía desde antes de cumplir los quince era el “Club Florida”. Allí fue donde baile con “Rafi” la primera vez. A parte del baile con mi pareja, lo que recuerdo como más divertido es el baile que se inventó Modesto. No sé si iba montado a caballo, en burro, o en camello, quizás fuera montado en un caballo imaginario, no sé cómo nos cameló, pero acabamos bailando con él casi todos, nos pasamos media tarde recorriéndonos la pista de aquella guisa. Aquello
les
hizo gracia a los guardaespaldas, sobre todo a Jesús, gracias a ellos
jamás tuvimos problemas y nos hicimos colegas, (no por eso
fuimos
amigos), algo es algo. Todos ellos pertenecían a un gimnasio de culturismo y no
había huevos ni para toser al lado de cualquiera de ellos.
El
“Club Florida”, por su aforo, se podía permitir el lujo de traer a los conjuntos
de moda, lo que ocurría era que no les hacíamos ni puto caso.
Quizás al único que se lo hice fue a Lone Star, que además de que cantaban de
muerte tenían una canción que me recordaba a mi calle, me preguntaba si ellos
hubieron crecido en una calle como la mía y ahora estaban en lo más alto, de
todas formas era consciente que por vivir yo en una calle similar a la de ellos,
no llegaría donde ellos estaban entonces.
“Lete”
empezó a dejar de venir con nosotros. Se dejó coger por el
amor,
de nada le sirvió ser el más inteligente, en el amor no vale para nada la
inteligencia, te entra y te quedas abobado. Me supo mal por él durante un
tiempo, nos habíamos acostumbrado tanto a estar siempre juntos que su ausencia
la notamos demasiado al principio.
Modesto y “Salvi” suplieron su ausencia. Aquellos sábados y
Modesto y “Salvi” suplieron su ausencia. Aquellos sábados y
domingo
por la tarde, “Salvi” empezó a volar solo, como buen cazador seguía a la presa
hasta el final, nosotros teníamos bastante con dejarla herida.
Acostumbrábamos
a juntarnos en la puerta de casa de “Salvi” y Modesto
y entre bolsas de pipas pasábamos el tiempo.
Por
aquel entonces, entre “Lete” y Toni montaron una discoteca en una
de las habitaciones de casa de Toni. Toni tenía labia hasta poder aburrir al
más sabio, siempre convencía a algunas chavalas a ir a la discoteca de su casa,
que gracias a los conocimientos de “Lete” con la electricidad, les quedo que no
tenía nada que envidiar a las que pudiéramos ir.
Toni
era muy especial. A nosotros ya no nos sorprendía porque lo
conocíamos
demasiado, pero hay que reconocer que era único. Tenía los santos cojones de
encerrar a su madre viuda en la terraza, hiciera frió o calor, mientras
estábamos bailando tan tranquilos en la discoteca que se montó. Era para
matarlo, pero era todo un fenómeno, no lo podías retar a nada, porque enseguida
se picaba y lo hacía sin pensar.
Las peleas entre Enrique y él eran de película.
Las peleas entre Enrique y él eran de película.
Un
día, estando en la discoteca de Toni, llamaron a la puerta, la abrí
yo
por ser el que más cerca estaba. Había un tío de unos veinticinco años, algo
más alto que yo. Pregunto por una chica que alguna que otra vez estuvo allí. Le
pedí que se presentara y me comunicó que era policía. Repitió la pregunta
referente a la chica y le dije que yo no sabía nada. Le preguntó a Toni y algún
que otro que salió por allí y antes de marcharse me dijo:
-¿Cómo
te llamas?
-Jerónimo.
-¿Qué
más?
-Duran.
El
tío volvió a insistir de mala gana, puesto que se debía imaginar
que
le estaba tomando el pelo. Cuando García interrumpió nuestra
conversación
para preguntarle si deseaba algo más de nosotros, se
acabo
el tema y se marchó. Yo personalmente no tardaría en volverlo a ver. Ni me
acordaba de su cara, hay caras que es mejor olvidarlas y la suya se prestaba a
ello.
Nos
encontrábamos, como siempre, en la puerta de “Salvi” y
Modesto,
no sería más tarde de las ocho. Un coche de la policía paró de golpe a nuestro
lado, se bajó un policía y un señor muy bien vestido de unos veinticinco años.
El bien vestido desde que salió del coche no me quito el ojo de encima. “Salvi” estaba con su hermano pequeño, (Juan Carlos), en brazos. El bien vestido, que era el único que hablaba, le dijo:
El bien vestido desde que salió del coche no me quito el ojo de encima. “Salvi” estaba con su hermano pequeño, (Juan Carlos), en brazos. El bien vestido, que era el único que hablaba, le dijo:
-¿Es
tuyo “Salvi”?
Por
los nervios, ya que la situación nos sorprendió a todos, él le
contestó
que sí y el tío entendió que era su hijo y no le dijo nada más.
Siempre
he pensado que le pregunto “Salvi” porque lo vio más chulo que él. Después
supimos que al bien vestido le llamaban “el ye-ye”.
Cuando
terminó de hablar con “Salvi”, se dirigió a mí y me pidió el
carnet,
se lo di y después de verlo, me preguntó:
-¿Estas
fichado?
-No
-¿Y
yo como lo sé?
-Pues
no sé, pregúntale a mi madre, yo vivo aquí al lado.
En
ese momento, el policía que acompañaba al ye-ye, me dijo:
-¿Desde
cuándo ha comido usted con el señor inspector?
Me
dejó descolocado. Solo le pude decir la verdad:
-Que
yo sepa, nunca.
-Como
lo ha tratado de “tu”…
Me
callé, no tenía nada que contestar, la había cagado. En el coche
me di
cuenta de que la cagara o no, él tío venía a por mí, me vio y se diría: “esta
noche nos vamos a divertir” y sin que yo lo supiera, me convertí en lo que
sería su diversión. “El ye-ye” me dijo:
-Sube
al coche.
Se ve
que el coche no estaba todavía completo. A “Salvi” lo salvó su hermano, a
“Lete” lo salvó que cuando le dijo: “enséñame los guantes”,
“Lete” le contestó que no sabía que le quería decir y tras explicarle
que se refería a las manos, se las tuvo que ver muy mal porque
allí lo dejo. Solo recuerdo que “Sebas”, que estaba a mi lado, por no dejarme
solo, no se lo pensó dos veces y se subió al coche también. En el coche, un
SEAT 1500, ya había dentro dos chavales que conocíamos. En total éramos siete,
nosotros dos, los dos policías y el señor inspector y los dos chicos que
cogieron antes que a nosotros. Cuando el coche giro para dar la vuelta la
calle, la madre de “Tin”, que vio que se nos llevaban, le dijo al “ye-ye”:
-¡Déjelos,
que son buenos chicos!
El
“ye-ye” le respondió que no se metiera.
-Estos
chicos no han hecho nada malo, no tiene por qué llevárselos. –grito la mujer
indignada-.
La calle empezó a llenarse de gente y el “ye-ye”, cabreado, desde el
La calle empezó a llenarse de gente y el “ye-ye”, cabreado, desde el
mismo
coche le dijo a la madre de “Tin”
-¡Váyase
a la mierda, me voy a cagar en la madre que la parió!
La
mujer se quedó de piedra. Su hijo mayor, que acababa de llegar, lo
primero que le soltó al “ye-ye” mientras se iba para él, fue:
-Quien
se va a cagar en tu madre voy a ser yo, gilipollas.
Algún
que otro insulto le soltó basándose en que él no era nadie para
insultar a su madre. Los dos policías que acompañaban al “ye-ye” fueron a por
él como lobos, le pusieron las esposas y lo metieron en el coche. El hermano de
“Tin” una vez en el coche se calló. Ya con él éramos ocho dentro del coche. Nunca
me hubiese podido imaginar que cupiésemos todos en un 1500. Procuramos
arrimarnos bien los unos con los otros como animales que van directos al
matadero. El ye-ye iba sentado junto al conductor, detrás de él, dándole la
espalda me
hallaba yo y frente a mí se encontraba el hermano de Tin. Los dos policías no
decían ni palabra, pero el “ye-ye” la tomo con el hermano de “Tin”. Lo había
dejado en ridículo delante de la gente y eso la policía no lo podía tolerar,
aquello no iba a quedar así. Aquella afrenta solo se podía lavar con sangre y
esa sangre no iba a ser la del “ye-ye”.
Cuando
el coche dejo la calle tras de sí, giró y poniendo su brazo con fuerza sobre mi
hombro, le empezó a decir de todo. Hubo algo después
de insultarlo constantemente, que me chocó. El “ye-ye” solo empleaba insultos
que yo apenas conocía, tal que inútil, imbécil, estúpido, ignorante, entre
ellos el que más le dijo fue el de imbécil.
Aquello
era muy raro, se había atrevido a insultar a su madre con palabras
mayores y sin embargo no lo insultaba a él más que para llamarlo
imbécil, ni siquiera se atrevía a llamarlo gilipollas. El hermano de “Tin”
estuvo con la cabeza levantada mirándolo desafiante en silencio, no le
respondió a nada y yo no entendía nada, había algo que se me escapaba en toda
aquella situación. Me di cuenta de ello al salir de comisaría. El “ye-ye”, con
aquellos insultos, lo estaba provocando, el chaval se dio cuenta y no le siguió
la comba, aquello hizo que él “yeye” se mosqueara, no era normal que al
tantearlo estando calientes como estaban los dos él se callara, de ahí que
midiera los insultos.
Una vez dentro de comisaría, con los carnets de identidad en la mano, señalando a “Sebás”, al hermano de “Tin” y a mí, les dijo a los policías allí presentes:
Una vez dentro de comisaría, con los carnets de identidad en la mano, señalando a “Sebás”, al hermano de “Tin” y a mí, les dijo a los policías allí presentes:
-Estos
tres se quedan aquí, hoy van a dormir calientes.
Nos
puso sentados al entrar de la siguiente manera: yo era el que estaba
más cerca de la puerta, a mi lado estaba el hermano de “Tin” y a su lado
“Sebás” y a continuación aquellos dos que ya nos encontramos
en el coche, que como aquella noche casi no les hicieron caso, a la semana
siguiente les dio por atracar con recortadas no recuerdo el que.
Había
trascurrido más de treinta minutos cuando el “Ye-ye” salió de
una
habitación. Salía con los carnets en la mano acompañado de un policía quien
llevaba en el hombro una insignia diferente a los demás policías. No traía muy
buena cara, ni él ni el policía que lo
acompañaba.
Los que teníamos enfrente se pusieron a murmurar algo que no entendí. Él
“ye-ye”, con el carnet en la mano, lo primero que dijo al leer el primer nombre
sin mirar la foto, fue:
-¿Quien
es Jerónimo Duran García?
Era
el primero de los cinco. Por fin era el primero en algo. Le dije:
-Servidor,
para servirle a Dios y a usted.
¡Joder!,
la volví a cagar. El tío puso el carnet debajo de los otros.
Paso
al hermano de “Tin”, cuando lo nombró, él solo contesto:
-Yo
soy.
Entonces
puso su carnet debajo del mío. A continuación se fue a
aquellos
dos que conocíamos, les entregó sus carnets y les dio
permiso
para poderse marchar. Después se dirigió a “Sebás”:
-¿Sebastián
Morales?
-Soy
yo.
Le
entrego el carnet. “Sebás” se marchó y al abrir la puerta que daba a una
especie de recibidor, oí la voz de mi padre. Se me cayó el mundo encima. Hasta
entonces no había sentido miedo, ni me había preocupado toda aquella situación,
me sabía muy mal por el hermano de “Tin”, sabía que los insultos a un policía
no salían en vano, pero no estaba preocupado. Siempre he tenido la conciencia
muy tranquila,por lo que pocas cosas de ese tipo me podían preocupar.
Le pregunté a un policía si podía salir a hablar con mi padre, me contesto que porqué, le dije que mi padre no es que fuera muy educado. En mi interior pensaba que si yo estaba allí por faltarle al
Le pregunté a un policía si podía salir a hablar con mi padre, me contesto que porqué, le dije que mi padre no es que fuera muy educado. En mi interior pensaba que si yo estaba allí por faltarle al
respeto
a un policía, él no iba a tardar mucho en acompañarme.
Mientras
tanto el “ye-ye” y el policía que lo acompañaba seguían en una
esquina hablando de espaldas a nosotros. Yo estaba hecho un lío, primero me
detenían por faltarle al respeto, ahora no me soltaban por ser educado, ¿a lo
mejor el tío se creía que le tomaba el pelo? Y si era así, ya la teníamos
liada. El hermano de “Tin” me dijo:
-No
te preocupes que no pasa nada.
Esas
fueron sus primeras palabras en toda la noche, tampoco es
que
yo hablara mucho más, allí solo hablaba el “ye-ye”, ni los policías se atrevían
a hablar. No pasaron dos minutos desde que “Sebás” había salido cuando se nos
acercó el policía que estaba con él y entregándonos los carnets nos dijo:
-Ya
se pueden ir.
Salí
y me encontré con mi padre discutiendo con dos policías. No recuerdo
mucho más ya que mi principal preocupación era calmar a mi padre que se
empezaba a cagar en la madre que los parió a todos.
Al
día siguiente el “ye-ye” junto con el comisario de aquella
comisaría
y otras personas más estaban disculpándose con los padres de “Tin” y su
hermano. Yo no lo vi porque estaba en el trabajo, , pero supe lo ocurrido por
“Tin”. La madre y el hermano de “Tin” no lo quisieron perdonar y el tío fue
degradado y mandado a Madrid. A raíz de aquello supimos que el padre de “Tin”
no era un cualquiera, sabíamos que estaba en los juzgados de Sant Feliu de
Llobregat, pero no que función tenía allí.
Aquella
fue la primera vez que me detuvo la policía, después
vendrían
otras, pero solo una vez volví a pisar la comisaría.
Del
“ye-ye”.No volvimos a saber nada más. Su prepotencia y su superioridad
le jugaron una mala pasada. Nosotros no pudimos olvidar esa noche, suerte
tuvimos del padre de “Tin” que aquella noche, inconscientemente, nos salvó de
una gran paliza que nos hubieran dado sin motivo ni razón, era la forma que
tenían de divertirse aquellos cafres, borrachos de odio y alcohol, total no les
costaba un duro.
Nosotros
tuvimos suerte, pero la mayoría que se llevaban a la comisaría,
de la paliza no les libraba ni Dios. Esto de cuento no tiene nada, algún que
otro se acostumbró tanto a esas palizas, que solo por la rabia acumulada se
pasaron al lado oscuro.
Hoy con la experiencia que dan los años me pregunto si no era eso lo que buscaban que les pasara a los jóvenes, llevarlos al lado oscuro, una vez en la mala vida, ya los tenían controlados por haberlos convertido en carne de cañón, además creo tener entendido que también cobraban una recompensa por ello, cinco mil pesetas de media. Eran muchas pesetas y las tías de las cafeterías no tenían nada de baratas. Además que no todos podían ser los dueños del barrio chino,
Hoy con la experiencia que dan los años me pregunto si no era eso lo que buscaban que les pasara a los jóvenes, llevarlos al lado oscuro, una vez en la mala vida, ya los tenían controlados por haberlos convertido en carne de cañón, además creo tener entendido que también cobraban una recompensa por ello, cinco mil pesetas de media. Eran muchas pesetas y las tías de las cafeterías no tenían nada de baratas. Además que no todos podían ser los dueños del barrio chino,
Esa
es una de las cosas que no han perdido, el control de la prostituccion
siempre ha estado en sus manos mejor decir en sus bolsillos,
No
hará más de dos años, que tras el cierre de un gran puti-club hay personados en
la investigación altos jefazos de la policía, Nadie
se quiere meter en ello, pero no hay prostituccion que no controle
la policía, quizas sea por ser la forma de que tengan un sobre sueldo, de hay
que les dejen hacer,
Capitulos anteriores:Dueños de sus destinos
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